Ha muerto Eric Hobsbawn. Un historiador británico de primer orden. Quizás el más conocido. Desde luego el que más entre el grupo de relevantes de historiadores británicos que trabajaron fructíferamente durante los años de la Guerra Fría. Ha sido el último en fallecer. Su biografía es un compendio del siglo XX, el periodo que abarcó casi toda su vida, aunque haya arañado doce años al XXI. Nació en Alejandría, cuando todavía era una colonia británica y era hijo de madre austriaca y padre inglés, descendiente, a su vez, de judíos rusos. De muy niño se desplazó con la familia a Viena, donde pasó la infancia, y después a Berlín, coincidiendo con sus estudios secundarios, hasta que en 1933, con la llegada del partido nazi al poder, se vio obligado a huir a Londres, esta vez con su padre y su madre de adopción. Sus estudios universitarios los cursó en Cambridge, donde se acercó al grupo de estudiantes marxistas y acabó militando en el partido comunista en 1936. Dado el contexto que le tocó vivir esos años, su activismo político se centró en la lucha contra el fascismo, incluida la solidaridad con el bando antifascista en la guerra española. Su participación en la Segunda Guerra Mundial, en que fue movilizado, la calificó como de "una guerra vacía", derivada en parte de la desconfianza del ejército británico por su biografía y sobre todo la materna. Su militancia política no la abandonó hasta que su partido feneció con la caída del Muro de Berlín. Aguantó incluso en 1956, cuando buena parte de los historiadores militantes del partido (Christopher Hill, Ronald Hilton, Edward Thompson...) lo abandonaron en protesta por la invasión soviética de Hungría, y 1968, cuando sucedió la de Checoslovaquia. Mantuvo sus convicciones, pese al distanciamiento progresivo hacia un modelo político que fue descubriendo cada vez más caduco. Fue implacable con el estalinismo y sus crímenes. Pero nunca se distanció del marxismo como un instrumento para el análisis histórico y político, del que dio muestras de su personal heterodoxia. Y, por supuesto, nunca se separó de lo que constituyó en el fondo el referente principal de su vida. Eso es lo que le llevó a acabar sus Años interesantes. Una vida en el siglo XX (2003) [1] con estas palabras: "La injusticia social debe seguir siendo denunciada y combatida. El mundo no mejorará por sí solo".
Supe de él cuando estudiaba en la Universidad de Salamanca, pero sin que fuera un referente en la bibliografía que nos ofrecían. Eran los años de la historiografía francesa, tanto de Annales como de la marxista, y de Gran Bretaña nos llegaban los nombres de Dobb, Brenner, Hill, Hilton, Thompson o el propio Hobsbawm, a los íbamos leyendo en artículos fotocopiados o de Historia 16, o eran citados en algunas obras sobre Teoría de la Historia. De Hobsbawm pude acercarme a su conocida Rebeldes primitivos (1983) [2] o el artículo "La difusión del marxismo entre 1890 y 1905" (1979) y poco más.
Fue a finales de la década de los ochenta cuando empecé a imbuirme de buena parte de su obra. Y no creo que esté extraviado que diga que coincidió cuando empezaron a editarse en España obras que ya llevaban ya años en otros países, además de una mayor presencia en las páginas culturales de los periódicos, sobre todo la de El País. Este retraso en parte fue paliado cuando en 1989 se editó la obra de Harvey J. Kaye Los historiadores marxistas británicos. Un análisis introductorio, donde se hace un estudio general de los componentes del grupo y de su importancia, donde, por supuesto, se encontraba Hobsbawm. El autor lo calificaba de "el principal historiador británico en activo" y destacaba "el enorme conjunto de temas sobre el que ha realizado contribuciones". Su preferencia fue la historia contemporánea, dentro del reparto que los componentes del grupo, como militantes del Partido Comunista de Gran Bretaña, hicieron de cada época histórica.
En el El mundo del trabajo. Estudios históricos sobre la formación y la evolución de la clase obrera (1987) hay una recopilación de artículos, a cual más sugerente, y, por qué no, de una gran belleza que tienen como objeto lo que fue su principal tema de estudio: la clase obrera. Recuerdo con cariño el artículo "El hombre y la mujer: imágenes a la izquierda", novedoso en su perspectiva de análisis histórico. También estaba En torno a los orígenes de la revolución industrial (1983), breve, pero genial síntesis del fenómeno histórico que ha marcado el acontecer social y económico de los últimos siglos. Una obra donde se muestra claro y rotundo con su consideración de que el modelo británico, lejos de ser el modelo clásico de transformación, fue en realidad la excepción.
A Hobsbawm le debemos importantes obras de carácter general, como las que componen su tetralogía dedicada a la historia contemporánea: La era de las revoluciones (1789-1848) (1991), La era del capitalismo (1848-1875) (1989), La era del imperio (1875-1914) (1989) e Historia del siglo XX (1914-1989) (1995); esta última, en realidad, con titulo original en inglés diferente y, para mí, más esclarecedor: La edad de los extremos: el corto siglo XX, 1914-1989.
Sobre temas más específicos he podido leer su desmitificadora Naciones y nacionalismo desde 1780 (1991), donde llega a decir del término nación que "parece expresar algo importante en los asuntos humanos. Pero, ¿exactamente qué? Ahí radica el misterio?". Al margen de su mayor o menor atino, puede que su escepticismo derivara de su trayectoria vital, descendiente de judíos de distinto origen que antes de llegar a Londres partió de Alejandría y pasó por Viena y Berlín. Nada menos. Una de sus últimas obras ha sido Guerra y paz en el siglo XXI (2008), donde se adentra en la historia reciente, haciendo un repaso y, a la vez, reflexión sobre los últimos conflictos bélicos mundiales en el arranque del nuevo siglo y su relación con la crisis de los estados-nación, las migraciones, el racismo...
En Sobre la Historia (1998) hay una nueva recopilación de artículos, en algunos casos basados en conferencias, donde se acerca a la historia no como investigador in proprio sensu, sino en aspectos más propios de la epistemología y la metodología. Relevantes todos, puede ser de una gran utilidad el titulado "La curiosa historia de Europa". Europa, tratada como una construcción intelectual. Y no por euroescepticismo, sino por tratarse de un concepto "cambiante, divisible y flexible". Como toda la realidad.
Años interesantes. Una vida en el siglo XX está escrita a modo de memorias, pero es algo más. Se trata de una autobiografía hecha por un grandioso historiador. En el repaso que hace de su vida aparece un fondo histórico muy rico, donde narra e interpreta a la vez. No está exento de autocrítica, pero creo que nunca de arrepentimiento. Se considera un hombre de su tiempo, un tiempo difícil y violento. El más violento. Fue atrapado por la "pasión política", en la que el comunismo fue su principal expresión. Consciente de su muerte, al menos del modelo que surgió en 1917 y se derrumbó entre 1989 y 1991, nunca ha abandonado la idea de seguir en la búsqueda de lo que nos hace mejores personas. Por eso no comulgó nunca con el social liberalismo, que en su país encarnó como nadie Tony Blair, y que se presentó ya desde los ochenta (Felipe González...) como la síntesis entre el capitalismo y la socialdemocracia. En El optimismo de la voluntad. Conversación con Antoine Spire (2004) publicado en pleno crecimiento capitalista, nos dice que "es indispensable para la izquierda y para todo el mundo que alguien continúe criticando al capitalismo". Ha sido en su última obra, Cómo cambiar el mundo. Marx y el marxismo, 1840-2001 (2011), donde parece que ha querido cerrar cuentas. En su repaso de la historia intelectual del marxismo occidental marca el momento en que adquiere mayor influencia -a principios del siglo XX-, resalta el fracaso de las tradiciones leninista y socialdemócrata, pero deja claro que las vías intermedias se alejan de la propuesta formulada por Marx. Y es que, como dijo en 2009 "el mercado, además de injusto, es inviable" [3].
Notas
[1] Las obras reseñadas se corresponden con las ediciones que leído, que además son las de mi biblioteca particular.
[2] La primera lectura de esta obra fue hecha con anterioridad.
[3] Página 12, entrevista de Gabriel Granovsky, 30-03-2009.