Decenas, cientos de miles -quizás más de un millón- de personas son las que se han movilizado ayer, 15 de octubre, dentro de la convocatoria mundial contra el sistema, la crisis, el estado de cosas... Se habla de un millar aproximado -también de miles- de ciudades de todo el mundo cuyas calles y plazas han sido escenario de una marea humana de indignación (no me gusta lo de indignados por su componente sexista, lo siento). Un movimiento que surgió en Madrid a principios de este año y que cuajó el 15 de mayo en torno a la Puerta del Sol, su verdadero epicentro, para ir extendiéndose por otras ciudades españolas y, con el tiempo, de otros continentes. Hoy ya es un movimiento mundial y está aprendiendo a mantener una presencia permanente en puntos claves y a actuar coordinadamente, acudiendo casi ininterrumpidamente a lugares determinados o simultaneando acciones.
En los países europeos es donde por ahora se está yendo más lejos, aunque en EEUU ha adquirido en las últimas semanas una dimensión muy importante. No debemos olvidar tampoco que a finales del año pasado en los países árabes emergió con rapidez y se expandió un movimiento político de protesta, con un trasfondo de descontento social, que por ahora ha derribado varios gobiernos, ha puesto en jaque a otros y, pese al impasse actual, mantiene en vilo a sus gobernantes, que en la mayoría de los casos ha optado por la represión dura. Tampoco debemos olvidar la especificidad de países como Grecia, cuya población es víctima de intervenciones económicas traumáticas, a la vez que está protagonizando movilizaciones permanentes; o Islandia, donde existe una protesta de la población generalizada contra la casta económica y política que ha dado lugar a un nuevo proceso constituyente y ha sido capaz de rechazar en referéndum las pretensiones de pagar al Reino Unido o los Países Bajos la deuda contraída por los bancos.
Estuve ayer en Jerez, junto con Charo, Felisa, Juanjo y Perico. Nos unimos al final de la tarde a las dos o tres mil personas -otras tantas, en la capital- que, partiendo de la plaza del Arenal, recorrieron varias calles de la ciudad. Gente de todas las edades: jóvenes, mayores de todas las edades, niños y niñas. Un decorado de pancartas, carteles y algunas banderas. Un fondo de sonido de rumores, gritos y cánticos de protesta, de malestar, de indignación...