Ha salido hoy en el diario Público una entrevista a José Mª Maravall en la que dice, y se resalta como titular, que “si los profesores están en huelga, mejor para el PP: más deterioro de la escuela pública y más demanda para la concertada”. Lo ha dicho quien fuera ministro de Educación en los años 80 en dos gobiernos de Felipe González y principal artífice de dos leyes educativas clave: la LODE y la LOGSE. En la entrevista desvela algunos de los secretos de cuando se gestó la primera de esas leyes y el papel que jugaron los obispos, no tanto en la negociación, que no la hubo realmente, como en lo que para mí fue un tanteo que le hicieron al gobierno. Cuenta que cuando les informó acerca de la implantación de los conciertos educativos para los centros religiosos, lo rechazaron, pero que de inmediato se plegaron: “envié una circular a las direcciones provinciales diciendo que íbamos a impulsar todas las inversiones, habilitaríamos un sistema para acomodar a todos los alumnos de los centros concertados en la escuela pública”.
Maravall también critica la actitud de la izquierda ante la política educativa, que, según él, no se lo ha tomado en serio salvo el mandato de Rubalcaba, que lo fue sólo entre 1992 y 1993. Habría que matizar, por tanto, que la izquierda a la que se refiere es su propio partido, que gobernó hasta 1996 y lo está haciendo desde 2004.
No vendría mal recordar algo de su paso por el ministerio. La LODE fue uno de los pilares del sistema educativo actual. El primero, en realidad. Es cierto que posibilitó hacer efectivo el artículo 27 de la Constitución, garantizando el derecho a la educación, que durante las décadas anteriores de fascismo y clericalismo había sido duramente castigado, cuando no secuestrado, e introduciendo una estructura participativa en la gestión de los centros. Estábamos por entonces a la cola en gasto educativo y demás variables del sector –cosa que a día de hoy no ha cambiado-, por lo que el país necesitaba gastar más y modernizar el sistema, adaptándolo a los parámetros de los otros países occidentales. Durante esos años hubo una fuerte expansión en la construcción de centros públicos, la escolarización de la etapa no obligatoria y la contratación de profesorado, sobre todo de bachillerato, que era donde había mayores deficits. Poco después, en 1990 se aprobó la LOGSE, una ley similar a la de otros países que elevó la obligatoriedad de la escolarización a los 16 años, modificó la estructura de las etapas educativas y sentó las bases de un modelo pedagógico avanzado.
El problema más grave de la LODE, sin embargo, derivó de la consolidación de dos grandes redes de enseñanza diferenciadas: la pública y la privada concertada. Ésta, en manos sobre todo de la Iglesia. Desde entonces han ido creciendo las subvenciones a los centros privados, a la par que su número y alumnado, conformando un subsistema clasista fuertemente ideologizado. Ubicados en su mayoría en los núcleos urbanos, bien en el centro o bien en las zonas residenciales de los grupos sociales medio y medio-alto, han superado en algunas comunidades al alumnado de la red pública. Y lo que es más grave, constituyen una realidad clasista no sólo por su composición social, sino por las derivaciones ideológicas que tiene. Maravall nos cuenta en su entrevista que lo tuvieron claro desde el principio, que durante la campaña electoral del 82 Felipe González repitió con reiteración “que no se iban a retirar las subvenciones a los centros privados de la Iglesia”.
Para el exministro el problema actual proviene del incumplimiento de la ley, es decir, de la LODE. Según él, no se cumplen los preceptos de la gratuidad y de la selección del alumnado. La solución, etérea como la que más, sería “contraatacar políticamente”. No dice en qué consiste. Con lo que está empezando a caer por parte de los lugares donde gobierna el PP, no da una respuesta clara y, ante todo, elude su responsabilidad. Después de un cuarto de siglo, el insigne sociólogo nos sale con eso.