Es sabido que el pepé en Cataluña rasca poco. Tiene que competir con otra derecha, la catalana que representa ciu, y se queda corto en sus resultados electorales. Como en el resto del estado hace del anticatalanismo una fuente importante de votos, le resulta difícil hacer un discurso menos agresivo contra Cataluña. Quienes lo han intentado, han sentido la defenestración en el interior de su propio partido. Ahora tienen de lideresa a Alicia Sánchez Camacho, que está haciendo del racismo y la xenofobia el eje de su campaña. "Fuera inmigrantes..." es lo que va diciendo, disfrazado, eso sí, de la coletilla "... que no tienen trabajo", pero vinculando la inmigración a la delincuencia o el paro. Busca votos en aquellos sectores de la sociedad desesperados en medio de la crisis, a los que puede resultar fácil convencer.
Lo que está haciendo el pepé es un experimento de cara a las próximas elecciones generales, lanzando ese mensaje que puede darle réditos para llegar de nuevo al poder. Es consciente de los límites que tiene: que sus buenos resultados en los sondeos se deben más a los problemas del pesoe que a sus propios méritos, que Rajoy es un líder poco valorado, que puede haber una orientación de voto antipepé... En Cataluña están buscando un nuevo yacimiento electoral, uno que hasta ahora no se había utilizado en España explícitamente, pero que va ganando terreno en Europa y más en este momento de crisis.
Los fantasmas del racismo y la xenofobia han estado presentes a lo largo de los siglos. Han surgido cuando desde el poder se han buscado chivos expiatorios para alejar el peligro que se podía cernir contra quienes han tenido el poder. El episodio más dramático fue el vivido con el nazismo. No hay nada de nuevo. Sólo falta ver cómo se sucederán los acontecimientos.