Hoy, hace 70 años, se inició la Segunda Guerra Mundial. La entrada de las tropas alemanas en Polonia fue el pistoletazo de salida, en la medida que los gobiernos del Reino unido y de Francia acabaron declarando la guerra a Alemania. Desde la primavera de 1938, con la ocupación alemana de Austria, el gobierno nazi empezó a ejecutar su política de expansión territorial, en la búsqueda, primero, de la Gran Alemania y, después, de su espacio vital. El pacto de Munich de agosto de 1938 fue clave en todo esto. La actitud “apaciguadora” de los gobiernos británico y francés resultó altamente perniciosa. “Legalizó” la ocupación alemana de los Sudetes a costa de Checoslovaquia, puso a la URSS a los pies de los caballos de Alemania y le dio la puntilla a nuestra República, que estaba en pleno esfuerzo de la batalla del Ebro, agotando el último cartucho de una guerra desigual contra las tropas sublevadas en julio de 1936. El desenlace negativo de la batalla llevó al gobierno de Negrín a defender la política de la resistencia, previendo lo que se avecinaba y acabó siendo. Mirando desde nuestros días lo que se hizo en España para parar el fascismo, nos obliga a tener que volver a reconocer, en el sentido de homenajear, a quienes lucharon por la República. No hubo en Europa un país que resistiera el embate del fascismo, como no pudieron hacer en Italia y Alemania, sin contar a las numerosas dictaduras que pulularon en esos años por el centro y este de Europa junto a la vecina Portugal. En el momento del golpe de julio de 1936 y durante los casi tres años siguientes heroicos sectores de la población española, con la ayuda desinteresada de miles de personas venidas de más allá de nuestras fronteras, hicieron un esfuerzo sobrehumano. Sólo la URSS apoyó a la República, mientras los gobiernos del Reino Unido y de Francia, por distintos motivos, eso sí, miraban para otro lado. Y detrás de las tropas sublevadas y de los sectores de la población española que las apoyaron, estaban las dos potencias fascistas: los gobernantes de Alemania e Italia no dudaron desde el primer momento en lo que tenían que hacer. Su actuación fue decisiva para lo que acabó siendo el triunfo de Franco y sus secuaces.
Acabo de leer el artículo “Un tiempo de sangre y fuego” de Ángel Viñas, publicado en la edición de hoy de El País. Muy interesante y por eso recomiendo leerlo. En una parte escribe: “Sólo los republicanos, abandonados a su suerte, hicieron ver que la contención del fascismo no era del todo imposible”. Y añado: al final, quienes rehusaron apoyar al gobierno republicano en el verano de 1936 tuvieron que aliarse con la URSS. Y es que el fascismo no paró desde el primer momento. Lo ocurrido el 1 de septiembre hace 70 años, inicio convencional de la Segunda Guerra Mundial, fue un episodio de lo que acabó siendo la resistible (utilizando a Brecht) ascensión del fascismo. Menos mal que fue derrotado militarmente.
Acabo de leer el artículo “Un tiempo de sangre y fuego” de Ángel Viñas, publicado en la edición de hoy de El País. Muy interesante y por eso recomiendo leerlo. En una parte escribe: “Sólo los republicanos, abandonados a su suerte, hicieron ver que la contención del fascismo no era del todo imposible”. Y añado: al final, quienes rehusaron apoyar al gobierno republicano en el verano de 1936 tuvieron que aliarse con la URSS. Y es que el fascismo no paró desde el primer momento. Lo ocurrido el 1 de septiembre hace 70 años, inicio convencional de la Segunda Guerra Mundial, fue un episodio de lo que acabó siendo la resistible (utilizando a Brecht) ascensión del fascismo. Menos mal que fue derrotado militarmente.