viernes, 1 de febrero de 2019

La ciudad simétrica, una novela entre lo policiaco y la distopía



















Hace unos días asistí a la presentación de la novela La ciudad simétrica, firmada en su portada como J. B. García Zenit, que es, en realidad, el heterónimo de Juan Barba García, como ya veremos más adelante. Fue un acto bonito, que tuvo lugar en el Centro de Personas Adultas de Barbate y estuvo presentado por dos amigos suyos, Paco Malia y Antonio Aragón.


El autor, barbateño de nacimiento y de residencia, lo es también del libro de relatos breves Sombras en el jardín (Editorial Círculo Rojo, 2015). En esta ocasión nos ofrece una novela atrevida en su contenido y en su planteamiento. 

Lo primero enlaza directamente con el género policiaco, derivado de la trama que se vive en una ciudad extraña donde se encadenan diversos crímenes que ponen en vilo a la gente y a las autoridades. Entre éstas, claro está, a las policiales, si bien aparentemente. Pero son los protagonistas, dos escritores que responden a los nombres de Alejandro González y Bernard García, quienes acaban dejando al descubierto el trasfondo que hay en lo que ocurre. 

No se trata sólo del género policiaco. Estamos también ante otro, el de las distopías, cultivado por autores tan conocidos como Kafka (La metamorfosis), Wells (La guerra de los mundos), Huxley (Un mundo feliz), Orwell (1984), Bradbury (Fahrenheit 451)... En esta novela los dos géneros se complementan entre sí, dando como resultado un trabajo más que interesante.

El título alude a una ficción creada en torno a una ciudad que se pretende ideal, pero que encubre realidades oscuras. Aparentemente diseñada como simétrica, con dos distritos idénticos en su trazado, sus habitantes, en su mayoría, desconocen que son víctimas de una manipulación. A través de la trama que se crea en la novela se pone al descubierto que el intento por averiguar la verdad de esa ficción conlleva riesgos que acaban siendo mortales. 

En cuanto al juego de nombres aludido al principio, se explica en parte en el contenido de la novela. Al final de la misma aparece nombrado un tal J. B. García Zenit, trasunto del escritor Bernard García, al que se responsabiliza oficialmente de la autoría de los asesinatos. Lo que tenga de cierto esto último, se averigua leyendo la novela. No ocurre lo mismo con el misterio del juego de nombres, que sólo el autor conoce.