jueves, 29 de marzo de 2018

El resurgir de lo que fue el nacional-catolicismo

Estamos en tiempo de Semana Santa. Lo que en España ha significado mucho más que unas simples festividades religiosas. Y en los momentos actuales, por lo que estamos viendo, algo que resulta más que llamativo.

El régimen franquista, como variante hispana del fascismo, tuvo  en el catolicismo integrista y autoritario la dosis ideológica correspondiente para que el nacional-catolicismo tomara cuerpo. Una forma de aunar una tradición que venía de lejos con la aparente modernidad que aportaba el fascismo desde que, tras el fin de la Gran Guerra, fuera aflorando como un modelo político distinto al liberalismo decimonónico que permitiera hacer frente al peligro que ofrecían los movimientos populares que estaban desafiando al sistema capitalista. 

Agotado el nacional-catolicismo del franquismo, el triunfo de la opción reformista durante la Transición permitió que prosiguiera la hegemonía del bloque dominante conformado desde el siglo XIX, que se acabó adaptando a los nuevos tiempos del europeísmo y el atlantismo.

Aunque pueda parecer que han pasado muchos años desde entonces -cuatro décadas, nada menos-, buena parte de los cimientos del nacional-catolicismo están volviendo a aflorar. El recorte de las libertades civiles, los crecientes privilegios de la Iglesia Católica, la laminación de la aconfesionalidad  del Estado, la represión contra la disidencia  política catalana, el reforzamiento del españolismo centralista, el clasismo judicial, los homenajes a personajes de la España negra, la revalorización de sus símbolos, la permanente humillación de las víctimas del fascismo, etc. cada vez más van formando parte del paisaje cotidiano. Todo, disfrazado de una legalidad que se califica de constitucional. Lo viejo, que se mantuvo en lo fundamental, recuperando elementos que parecían perdidos u olvidados. El resurgir de lo que fue el nacional-catolicismo.

(Imagen: https://www.eldiario.es/sociedad/politicos-van-procesiones-Semana-Santa_0_632736981.html)

sábado, 24 de marzo de 2018

Elecciones en Colombia y futuro más que incierto

Hace casi dos semanas hubo elecciones legislativas en Colombia y en mes que viene las habrá presidenciales. Los resultados de las primeras prácticamente han pasado desapercibidas, quizás porque ha ocurrido lo previsible. Esto es, como nos cuenta Ricardo Angoso, el triunfo de los grupos que llevan décadas controlando y gobernando el país, en cualesquiera que hayan sido sus variantes. Lo que puede resultar más sorprendente ha sido que en la representación política de la izquierda, casi siempre reducida, la expresión de lo que fue el movimiento guerrillero, en especial de las FARC, ha sido mínima. Mucho se puede decir de todo esto, pero no es algo simple, sino, todo lo contrario, muy complejo.

He leído en días pasados varios artículos, pero me ha gustado el de Emilio Polo Garrón, titulado "Elecciones en Colombia, más allá de la manipulación y la ignorancia" y publicado en lamarea.com. Da unas claves de la actual situación política del país suramericano, entre las que se encuentran cosas tan viejas como el clientelismo, muy extendido en las áreas urbanas, y  el control social, propio de las áreas rurales, donde el paramilitarismo y el narcotráfico no sólo siguen campando, sino que han se han extendido ante el vacío dejado por lo que no hace mucho fueron espacios con presencia de los grupos guerrilleros.

Para Polo Garrón, que es coordinador de la asociación Paz con Dignidad, se trata de una victoria de las fuerzas opuestas a los Acuerdos de Paz. Las mismas que resultaron ganadoras, aun con escaso margen, en el referéndum habido en 2016. Es lo que le lleva a concluir con estas palabras tan cargadas de pesimismo: "Sale gratis no respetar los acuerdos por parte del Estado porque no hay una población a la que mayoritariamente le importe lo más mínimo". O le lleva también a augurar unas próximas elecciones presidenciales en donde el candidato del oficialismo, en cualquiera de sus formas o nombres, acabe arrasando a quien podría ser el contrincante desde la izquierda, Gustavo Petro.

Panorama duro y cargado de un futuro más que incierto en el que se atisban todavía más nubarrones.  


“El Monte”



























A mi querella el tribunal del viento
(José Manuel Caballero Bonald)

Su nombre era Manuel y Jiménez se repetía en sus dos apellidos. Nació durante la posguerra en el Hoyo de la Tota, lo que fue un pequeño barranco contiguo al casco antiguo del pueblo, donde fueron apiñándose durante años casetas de madera y hojalata. Las moraban en su mayoría familias de marineros, el oficio que fue de su padre. De éste alguien me ha dicho en voz baja, casi sin quererlo, que durante la guerra desfiló entre las filas prietas de los camisas azules y bordados en rojo. La familia se fue luego al Zapal, esa barriada inmunda que hería la sensibilidad de quienes visitaban el pueblo. Esa barriada de “trapos quemados, excrementos, cascotes y cáscaras de piñas”, como la describió Alfonso Grosso. A Manuel siempre lo conocí como “el Monte”, pero mucha gente le decía “el Montelegrí”.

Cuentan que le costó salir de las entrañas de su madre, pero cuando lo hizo, fue para no parar de vagar de un lado para otro con la compañía del sol y del levante. El monte de la Breña fue su territorio, por donde, ya desde muy niño, trasegaba sin parar recogiendo higos de tuna, tagarninas, cardos, palmitos o hierbas olorosas. Donde, cada dos años, batía las copas de los pinos para obtener su fruto más preciado, esos piñones que acababan desprendiéndose de los conos cuando eran abrasados en la hoguera.

Lo más seguro es que el apodo le viniera por hacer de ese lugar el medio donde encontró su razón de subsistir. Fue donde aprendió el oficio de piconero. Con la ayuda de su hermana estuvo incinerando ramas de los pinos en la "Piera Cuajá" para hacer el carboncillo que luego vendía por las casas. Su tez era morena, quemada por el aire que acogía los rayos del sol, pero también tiznada del polvo del picón, lo que hacía que lo fuera más negra. Quizás por eso lo llamaran “el Montelegrí”, como una derivación vulgar de “el Monte Negrín”.

Me han contado que con su hermana pudo haber hecho que la luna fuera testigo de la pasión que hierve cuando llega la noche para alumbrar algo más que un destello. Quién sabe o eso dicen. “No te extrañe, eso lo había así en este pueblo”, me dijo el otro día un amigo cuando se lo pregunté para cerciorarme.

La electricidad le dio la puntilla a sus quehaceres con el picón y tuvo que ir buscándose la vida de otras maneras. Y además, no mucho tiempo después, tuvo que trasladar de nuevo su residencia, dejando su Zapal de adopción para alejarse a las barriadas de arriba. A una cuyo nombre recordaba a un viejo marino de guerra, piadoso por demasía, que en su más que triste destino acabó muriendo en su ascensión hacia el cielo.

Nunca abandonó el monte y los frutos que le daba, pero fue la ocasión para centrar su mirada y sus manos hacia la mar. Me imagino que no fue un descubrimiento, que ya la habría tanteado desde muy niño. ¿Cómo si no hubiera podido sobrevivir cuando el calor arreciaba y el picón dejaba de tener sentido? El caso es que desde entonces se volcó en las oportunidades que dan las aguas para tenerlas en todo momento y no abandonarlas hasta que sus fuerzas declinaron. No lo hizo para adentrarse en su lejanía, como lo hizo su padre y la mayoría de la gente, sino mayormente para quedarse en el remanso salobre de la marisma, donde se juntan las aguas dulces del Barbate y las saladas del Atlántico. Lo suyo fueron las coquinas negras de río y, aunque menos, los camarones. En el pozo Montano casi cada día sumergía sus pies, que entraban suavemente en el fango para acabar inclinando el cuerpo y alargar las manos que recogían los seres que se escondían en el fondo. Cuando la mar apretaba poco y su oleaje lo permitía, se aventuraba a las rocas para arrancar las ortigas, los erizos y los ostiones que se ofrecían entre sus paredes.

Desde que llegué al pueblo “el Monte” formó parte del paisaje humano de personajes singulares de cada día. Lo vi siempre vestido con una ropa desaliñada, casi rota, un pelo y una barba con greñas, desplegando con timidez una tenue sonrisa de tristeza. ¿O no era sonrisa y sólo era tristeza?

A mí me pareció siempre un náufrago. Llevaba en un saco de redes o en una tosca carretilla su cosecha de cada día, enseñándola allá por donde pasaba. Su andar era pausado y parsimonioso, como si el tiempo no fuera con él o sintiera que lo que tuviera que llegar lo haría igual de todas las maneras. Por las mañanas solía parar en las proximidades del mercado y allí, sentado sobre el suelo con una pierna extendida y otra recogida o en cuclillas, ofrecía con su mirada y en silencio la mercancía.

Hay quien dice que ha muerto. No falta quien lo sitúa en una residencia lejana. Me lo imagino en silencio y en su soledad permanente. También, al igual que el poeta, ligero de equipaje, como los hijos de la mar, aunque él la mantuvo a cierta distancia. Por eso siguieron llamándolo “el Monte” o “el Montelegrí”.

(14-06-2011)


(Imagen: retrato de "El Monte", por Quirós, expuesto en una exposición de pintura en la Lonja Vieja de Barbate, mayo de 2012).

jueves, 22 de marzo de 2018

El máster de Cifuentes o cómo se siguen riendo del personal

Ayer eldiario.es sacó una información en la que involucraba directamente a Cristina Cifuentes y a la Universidad Rey Juan Carlos de la falsificación de su expediente académico en un máster. La existencia de un documento fechado en junio de 2012 donde se reflejaban dos materias no presentadas (una de ellas, el trabajo final) y la modificación posterior en 2014 a manos de una administrativa de otro campus universitario, lo avalaba. 

Ante las preguntas formuladas desde el eldiario.es, se respondió en el entorno de Cifuentes (ella, por supuesto, no estaría disponible) que así tenía pendientes dichas asignaturas. En el caso de la administrativa, ésta respondió que la modificación de 2014 la hizo a instancias de un profesor, que luego resultó ser Pablo Chica de la Cámara. Desde la Universidad en un primer momento se dijo no saber nada del caso y menos que Cifuentes hubiera estado cursando un máster. Y finalmente, ya por la tarde, el rector de la Universidad en persona, acompañado del profesor Chico, dijo que todo había sido un error en el registro informático por "una mala transcripción", de manera que ya en 2012 la ahora presidenta de la comunidad había culminado sus estudios, incluida la presentación del trabajo final. El profesor Chico, por su parte, declaró que desconocía entonces quién era Cifuentes. 

Todo un cúmulo de despropósitos, que ponen en evidencia a unos y otras o viceversa. El periódico digital ha seguido sacando información y ha demostrado las contradicciones existentes, a las que denomina agujeros: "Cifuentes fue la que descubrió el error, pero no lo ha dicho ella"; "Presentó y defendió su trabajo sin haber aprobado oficialmente todo; "Un trabajo fin de máster de acceso restringido"; "El tutor no sabía que lo era y 24 horas después ya sí".

Y el caso es que el trabajo fin de máster no aparece. Ni en la Universidad ni desde la propia Cifuentes. Ella misma dice no recordar nada. Lo que elevan aún más las evidencias de que estamos ante un caso de engaño y falsificación documental. ¿Cómo no va a saber lo que hizo y cuándo lo hizo, y no va a saber dónde puede estar su trabajo, cuando debería tenerlo tanto en soporte digital como en papel? Y en el caso de la Universidad, que tuvo que haber recibido cuatro copias del trabajo, como es preceptivo, ¿por qué no aparecen?

Repito, todo cúmulo de despropósitos, a los que pueden añadirse otros. El currículum profesional de Cifuentes ya fue motivo de sospechas, después que accediera al escalafón superior de la administración de la Universidad Complutense con varios amigos en el tribunal evaluador. La Universidad  Juan Carlos I, pese a su corta vida, tiene un largo recorrido de escándalos académicos, entre los que está el caso su anterior rector, Fernando Suárez, que ha hecho su carrera docente a base de plagios. Dicho rector contrató como profesora visitante a la hermana de la presidenta madrileña, de nombre Margarita, pese a no disponer de los requisitos. Con anterioridad había obtenido el título de doctora, en un tiempo récord, con una tesis dirigida por ese mismo rector. El profesor que mandó cambiar la nota de Cifuentes fue nombrado posteriormente presidente del Tribunal Económico del Ayuntamiento de Pozuelo, del PP, por supuesto. Y el director del máster, Enrique Álvarez Conde, fue un alto cargo con Rajoy como ministro de Administraciones Públicas hace dos décadas.

En fin, más que despropósitos, corrupción pura. Y el PP, por medio. Y la URJC, de la que se dice que es la universidad del PP, en este caso como escenario. Y sin ningún tipo de vergüenza, riéndose del personal.

miércoles, 21 de marzo de 2018

Ahora, con la ley de Amnistía de 1977, el PSOE sigue prestando sus servicios al sistema

EL PSOE ha votado junto el PP y Ciudadanos en contra de la modificación de la ley de Amnistía de 1977. Ya lo hizo en otras ocasiones, como cuando incluso desde IU se propuso la derogación de dicha ley. Ahora, por iniciativa de varios grupos de la oposición (UP y las confluencias, ERC, PNV, EH-Bildu, Compromís), ha vuelto a oponerse a la modificación de un artículo, alegando que generaría "inseguridad jurídica". De nada ha servido la valoración que en 2015 hizo el Comité de Derechos Humanos de la ONU sobre la citada ley o las actuaciones que desde las justicia de Argentina se están haciendo en torno a los delitos de lesa humanidad.

Y es que el PSOE no deja de ser uno de los pilares de lo que en algunos ámbitos políticos se denomina régimen del 78. Y me atrevo a decir que el principal. ¿Por qué? Porque el triunfo de hecho de la reforma del régimen franquista, tras el acuerdo con los grupos de la oposición  moderada, hizo de ese partido el pilar que permitía sustentar al nuevo régimen por la izquierda. Desplazado, por inútil, el PCE liderado por Santiago Carrillo, el papel del nuevo PSOE, el surgido tras el Congreso de Suresnes en 1974, se volvió imprescindible. Y tanto. Desde 1982 ató por su izquierda a buena parte de la sociedad, donde a la inocencia de quienes se dejaron engatusar por sus promesas se unió la base social que fueron aportando algunas de las medidas llevadas cabo durante sus gobiernos, cubriendo los huecos que el franquismo no había sido capaz de llenar en la construcción del estado de bienestar. El "tributo" a pagar por el nuevo PSOE ya lo conocemos: atlantismo, integración en la CE/UE, neoliberalismo en forma de social-liberalismo... y en clave española, cosas como el GAL.  

Lo bien que se entendió este partido con los poderes fácticos y con la cúspide del estado, léase el monarca, fue memorable. Tanto, que al PP de Jose Mª Aznar le constó abrirse un hueco en la confianza. Sólo lo hizo tras su "buen hacer" aprovechando el rebufo del crecimiento económico internacional habido desde la segunda mitad de los noventa. Ése que nos llevó de pleno a la burbuja inmobiliaria, acompañada de un conjunto de medidas y acciones que nos introdujo en el paraíso del neoliberalismo. Continuado ese proceso por los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero, cuando la burbuja saltó por los aires primero con el mismo Zapatero y luego con Rajoy devino la ruina bancaria, el rescate de sus fondos, el paro desmesurado, el generalización de la precarización laboral, la privatización de lo público, el saqueo de las arcas públicas... 

Las contradicciones del PSOE, apenas visibles durante el felipismo, se dejaron sentir desde 1996. La astucia de Zapatero, guiñando a su izquierda con algunos gestos (incluida su moderada Ley de Memoria Histórica) mientras mantenía la política neoliberal, duró hasta que la crisis económica se le vino encima. Desde entonces, el partido no ha levantado cabeza. Pero sí ha sido capaz de estar en el lugar que le corresponde como pilar del régimen. Ha seguido prestando servicios de gran peso al sistema: en el relevo de la corona en 2014, en la expulsión de IU en el gobierno de Andalucía en 2014, en la investidura de Rajoy en 2016... y ahora votando en contra de la modificación de la ley de Amnistía de 1977. 

(Imagen: placa situada en el Memorial del cementerio de Salamanca)

lunes, 19 de marzo de 2018

Más sobre la muerte de Mbaye y su trasfondo

He leído el artículo de Sarah Babiker "Cinco reflexiones tras la muerte de Mame Mbaye", publicado ayer en El Salto. Invito a leerlo. No se puede decir más de una forma sintética, analizando los diferentes aspectos de lo ocurrido y, sobre todo, de su trasfondo: los hechos, los daños, la venta ambulante, las vecinas [y los vecinos] y los manteros [¿y manteras?]. No rehúye nada, pero se centra en lo principal del problema. Estamos ante la búsqueda de la sobrevivencia cuando en la práctica te han relegado a simples despojos humanos. Estamos ante la hipocresía de un sistema que se cree perfecto y lo único que genera son esos despojos. Estamos ante la insensibilidad de mucha gente que prefiere cerrar los ojos a esa parte de la realidad, mayor de lo que puede imaginarse, que le molesta. Y estamos ante los intentos, por quienes sufren, de buscar formas de solidaridad que les permita al menos subsistir y hacer valer su dignidad, que no es poco.

sábado, 17 de marzo de 2018

La muerte de Mame Mbaye, un episodio de racismo institucional
























La muerte de Mame Mbaye, un senegalés dedicado a la venta ambulante en el centro de Madrid, está causando una gran consternación. El pasado jueves sufrió una parada cardiorrespiratoria cuando era perseguido por la policía municipal, lo que ha ocasionado protestas de diversa índole. 

Para quienes se dedican a esa actividad, como también para muchas personas solidarias, existe rabia y tristeza por lo ocurrido. Conscientes de las condiciones que tienen que soportar, con la losa de la criminalización, las persecuciones permanentes, y la precariedad de su trabajo y su propia vida. Se trata de personas humildes, venidas de otros países y continentes que en la mayor parte de los casos lo ha sido como consecuencia del saqueo económico que sufren por los países ricos, o el clima de violencia que tienen que soportar por sus intervenciones militares directas o indirectas.

Se está discutiendo si la muerte de Mbaye tuvo lugar durante la persecución u ocurrió después. De lo que no cabe duda, como se denuncia desde SOS Racismo, es que ha sido un episodio que tiene una clara connotación racista, en este caso ejercida desde el ámbito institucional. Según fuentes de dicha asociación, como ha recogido el diario digital cuartopoder,  “las redadas racistas y paradas por perfil étnico ejercidas por las autoridades suponen una constante persecución, criminalización y estigmatización de migrantes y racializados con consecuencias que pueden llegar a la muerte”. 

Las movilizaciones de protesta y solidaridad continúan. Es de desear que desaparezcan las situaciones de violencia, tanto las provenientes de algunos colectivos como las policiales. La muerte de Mbaye debe ser motivo de una reflexión y toma de conciencia en los distintos ámbitos sociales e instancias oficiales acerca de una realidad dura e injusta. Las medidas que haya que tomar no deben nunca tener como objetivo atacar al eslabón más débil del problema.



viernes, 16 de marzo de 2018

Más, por malvado, imposible (palabras de un periodista de la caverna)

El asesinato del niño Gabriel Cruz está siendo utilizado por los partidos políticos de la derecha y la caverna mediática. En uno de sus sermones diarios, dentro de su programa de radio, el periodista Federico Jiménez Losantos lanzó hace cuatro días unas expresiones que no tienen desperdicio. 

En un alarde de demagogia y mala fe, inherente en su personalidad, dijo cosas como éstas sobre las movilizaciones del día 8 dijo cosas como éstas: 

"Solo hace cuatro días que vivimos en España una especie de monumental auto de fe, inquisitorial, una especie de linchamiento simbólico, de la mitad de la especie humana, masculina, de España. En esta minusvalía ética que vivimos en el día de la mujer trabajadora protagonizada por muchachitas apenas alfabetizadas que decían guarradas en la puerta de Zara y por provectas señoras que juraban que los hombres son malos".


Más adelante, aprovechándose de la ocasión, hiló su  discurso heteropatriarcal con la muerte de Gabriel:


"Ayer toda España se conmovió con el asesinato del pobre Gabriel y la detención de una mujer, la pareja del padre del niño. Una mujer asesina, inmigrante y de color. Lo tiene todo para ser inocente y sin embargo, igual que cualquier hombre, ha matado. Y ha hecho algo peor, haga fingido dolor en televisión y al lado de los padres del niño, ha hablado con los medios y se ha adornado en las redes sociales. ¿Y no habíamos quedado en que la violencia en España era masculina? ¿En que las mujeres no mataban? ¡Pues matan!". 


Todo un párrafo sin desperdicio, pero en el que se puede entresacar una frase que sintetiza su ideología: "mujer asesina, inmigrante y de color". Esto es, misoginia, xenofobia y racismo a la vez. Y de paso, ignorando la naturaleza de la violencia. Incapaz de reconocer la fuente patriarcal de la discriminación  y la violencia que se ejerce sobre las mujeres, ignora lo primero y reduce los actos criminales a meros actos individuales. Más, por malvado, imposible.

La flor del romero



































El domingo pasado salimos a coger espárragos. Algo atrevido, por la amenaza de una lluvia que poco a poco nos fue atrapando. Primero, en forma intermitente y finalmente, cayendo impenitente sin cesar. Pasear en medio de la Breña resulta siempre un placer y especialmente cuando el calor no ahoga. Hacerlo en una primavera como la de este año, que quiere arrancar, pero le cuesta, no desmerece nada. Todo lo contrario, cuando, además, el sol y el agua pugnan entre sí. La primera, para conquistar la luz y la segunda, para matizarla. 


Y en medio de esa maravilla contenida de la naturaleza, entreveradas en las hojas, estaban las flores del romero. 

Su suave tonalidad violácea se complementaba con el aroma que desprendían sus hojas, que nos dejaban su huella perfumada cuando pasábamos nuestros dedos sobre ellas.

Verlas, me transportó de inmediato a una bella canción: la sevillana "La flor del romero". La escuché hace unos años interpretada por Quilapayún dentro de su disco Al horizonte. Sorprendido por su belleza, busqué al autor de su música y letra, que resultó ser Manuel Pareja Obregón. Si la versión del grupo chileno mezcla el ritmo de sevillana con una instrumentación andina, la del músico andaluz estalla en toda su plenitud. El ritmo de la tonada, el compás que marcan el piano, la cadencia de la voz y el contenido de la letra se funden, en mi caso, en una especie de apoteosis que me atrapa.


El contenido de la letra, mezcla de sencillez y belleza, complementa situaciones que aparentemente pueden resultar diferentes. Si al principio hace uso de metáforas que buscan ilustrar una pena de amor, su final se transforma en un canto a la dignidad humana, dentro de esa tradición andaluza que hace del cante también una forma de denuncia social y política. ¿O acaso no lo son los versos que dicen: "Y es por eso que la gente / lucha contra las cadenas / con espíritu valiente, / pues libre nació la gente"? 


Dejo, en fin, los versos de la canción e invito a escuchar las dos versiones a las que me he referido. Hacerlo, reconforta.


La flor del romero llora
La flor del romero a solas
Llora cuando ve que cortan
Margaritas y amapolas
La flor del romero a solas

También llora la ribera
Cuando el río arrastra flores
Al llegar la primavera
También llora la ribera

Yo también lloré de pena
Aquel día en que con otra
Paseabas por la arena
También yo lloré de pena

Dios quiso crear el vuelo
Dios quiso crear el vuelo
Y por eso le dio alas
A los pájaros del cielo
Dios quiso crear el vuelo

También creó el firmamento
Repartiendo por el mundo
La semilla de los vientos
También creó el firmamento

Y es por eso que la gente
Lucha contra las cadenas
Con espíritu valiente
Pues libre nació la gente.       

miércoles, 14 de marzo de 2018

El muro de Trump y la decadencia imperial

La ampliación del muro en la frontera mexicana fue una de las promesas favoritas de Donald Trump durante la campaña electoral presidencial. Sabedor que eso da votos en una sociedad fuertemente atemorizada, no ha dejado de hablar de ello desde que accedió a la presidencia. Y como en EEUU se están sucediendo las elecciones de todo tipo, ahora ha encontrado la ocasión para dejarse fotografiar en los nuevos prototipos de muro que se están diseñando, esta vez en el estado de California.

Una empresa imposible, la de sellar la frontera con el vecino del sur. Pero muy lucrativa para las empresas que construyen el muro y altamente rentable en lo electoral para señores como Trump. Es una muestra de la decadencia imperial de EEUU: no deja de realizar gastos onerosos, cada vez mayores, para hacer creer que se mantiene. 


Lo hace con los gastos militares, armándose cada vez más, provocando guerras y manteniendo un aparato extendido por todo el mundo.Lo hace también a costa de su economía, que naufraga día a día, y lo hace a costa de la mayoría de la población, donde aumentan los sectores que tienen que vivir, cuando no sobrevivir, cada vez con menos. 


Y lo hace, paradójicamente, con un gran apoyo de estos sectores sociales más castigados. Su frustración social la compensan con la idea de la gran América, por lo que apoyan el militarismo imperial de sus gobernantes. Y también la compensan frente a supuestos enemigos interiores en forma de inmigrantes o de lo que pueda llegar del otro lado de la frontera sur, motivo por el que saludan que se erija todo un monumento a la inhumanidad.


La fotografía de Trump junto al muro no deja de reflejar un imperio en decadencia que, eso sí, sigue manteniéndose fiero y sanguinario.  

jueves, 8 de marzo de 2018

El 8 de marzo, una jornada feminista histórica

Decenas de millones de personas se han movilizado hoy en numerosos países. En mayor medida lo han hecho mujeres, porque son las protagonistas del día y las que demandan reivindicaciones necesarias, pero también lo han hecho varones, conscientes de que un mundo igualitario no puede serlo, entre otras cosas, sin que las mujeres no tengan los mismos derechos efectivos. Sin discriminaciones visibles, pero también sin  techos de cristal o sin suelos pegajosos. 

En España, por lo que estamos conociendo a través de los distintos medios de comunicación, han sido centenares, si no miles, los actos que han tenido lugar, a lo largo y ancho de su geografía, en pueblos y ciudades. Centenares de miles de personas, las movilizadas por sus calles y plazas. Y millones, las mujeres que han parado parcial o totalmente en su actividad laboral o de estudios. Por encima de cinco millones, según estimaciones de los sindicatos CCOO Y UGT.  

Ha sido una jornada feminista histórica, por su dimensión numérica, pero también y sobre todo porque se ha llevado a cabo una huelga que ha querido poner de relieve varias cosas: la eliminación de las legislaciones discriminatorias, la igualdad salarial, el acceso igualitario sin cortapisas a las tareas de dirección, el reparto equitativo de las tareas domésticas, la lucha contra la violencia que se ejerce contra las mujeres... Muchas cosas, pero importantes. Y pese a quien pese.

Hoy el color violeta ha lucido con mucha intensidad, la misma que nunca debe apagarse.

(Fotografía: Felisa Rico)

miércoles, 7 de marzo de 2018

De cara a la huelga del 8 de marzo

Mañana, 8 de marzo, tendrá lugar la huelga de las mujeres, convocada internacionalmente. El debate está presente desde el momento en que se convocó y ha ido a más. Muchos son los grupos de diversa índole y muchas las personas que a título individual están mostrando su apoyo. Mañana será un día 8 especial, porque se ha salido de las celebraciones al uso basadas en manifestaciones, mítines, charlas, actos y gestos simbólicos, campañas publicitarias...  Sin que sigan faltando, se ha añadido como novedad el cese en el trabajo. 

No están faltando reacciones contrarias, que ponen de manifiesto cómo la defensa de la equidad aún tiene un elevado número de detracciones. Sorprende cómo de pronto ha aumentado el número de personas que ahora sí se consideran feministas, cuando antes lo rechazaban, pero con el aderezo de otro tipo de feminismo. Como comenté hace unos días sobre un cargo eclesiástico, se habla de "feminismo sano". En general salen de medios conservadores, en cualesquiera de sus formas, que ridiculizan, dicen tonterías, salen por peteneras... con tal de negar evidencias. Eso de decir cosas como hacer "una huelga a la japonesa" de la ministra García, "ese día trabajaré más" de la presidenta Cifuentes, "no mezclar la igualdad con cuestiones ideológicas" de  Arrimadas o "¿El machismo no busca la igualdad y el feminismo sí?" del portavoz de Ciudadanos de Extremadura, son sólo unas muestras. Ayer El País publicó el manifiesto "No nacemos víctimas", firmado por cerca de una treintena de mujeres, profesionales de varios ámbitos, que se inicia con estas palabras: "expresamos nuestra inquietud ante una corriente de opinión supuestamente feminista que pretende hablar en nombre de todas las mujeres, imponerles su forma de pensar y retratarlas como víctimas de nacimiento de lo que llaman el heteropatriarcado". 


Mañana puede ser un gran día, parafraseando parcialmente la letra de una canción conocida. Y lo será, seguro, por la dimensión que puede tomar la gran movilización internacional que se ha convocado. Pese a quien pese.


martes, 6 de marzo de 2018

Entre obispos: del demonio metido en el feminismo al apoyo a la huelga del 8 de marzo

El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, parece incombustible en sus manifestaciones. Las palabras suyas que han salido a la luz, pronunciadas durante una alocución en Radio María, son otras tantas con las que suele obsequiar a sus fieles sin que tengan nada de desperdicio. La obsesión por lo que desde algunos sectores de la Iglesia Católica en España llaman ideología de género es permanente. 

Y teniendo en cuenta que nos acercamos al día 8 de marzo y la convocatoria de huelga de mujeres para este año, el obispo Munilla no ha querido seguir quedándose atrás. Entre sus palabras dijo cosas como éstas: "Se distinguen dos corrientes: el feminismo femenino y el feminismo de género. Algunos les llaman el feminismo de la diferencia y la complementariedad y el feminismo del igualitarismo".

Mientras el feminismo femenino que defiende lo equipara al "auténtico" o "sano", lo contrapone al "manipulado por la ideología de género", que también lo es "radical". Todo ello aderezado con la condena del "lesbianismo", "homosexualismo, "bisexualismo", "aborto libre y gratuito"... 

Pero la novedad estuvo en la utilización de palabras más contundentes, como que “la causa cristiana lucha contra esa especie de animalismo en la relación entre el hombre y la mujer” o, siguiendo las advertencias catequéticas, la alusión a uno de los enemigos del hombre: "Es curioso cómo el demonio puede meter un gol desde las propias filas (…). El feminismo, al asumir el feminismo de género, se ha hecho el harakiri". 

Cosas muy diferentes han declarado otros cargos eclesiásticos, como Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, o Eusebio Hernández, obispo de Tarazona. De talante más dialogante y conocido por su proximidad al actual Papa, Osoro respondió de esta manera a una de las preguntas que se le formularon sobre la huelga del día 8, convocada, entre otras cosas, para denunciar la brecha salarial: "Lo comprendo, claro. Hay que defender sus derechos. Lo haría también, lo hace también de hecho, la Santísima Virgen María". 

En la misma línea, quizás más explicito en sus expresiones, se ha pronunciado Hernández, quien dijo: “Yo os animo a que hagamos esta reivindicación por una sociedad siempre en principios de igualdad”. Y es que para él resulta “especialmente lamentable la diferencia de salarios que hay entre hombre y mujer. Esto no es justo". No le faltó tampoco referirse a la violencia sobre las mujeres, de la que dijo que "la Iglesia tiene que dar todavía unos pasos, pero yo creo que se están dando. El Papa Francisco es un hombre que lo intenta, que lo está promoviendo, lo que pasa es que todavía hay algún grupo que se resiste a ceder el paso, a la venida de las mujeres a ocupar cargos de responsabilidades”.  

lunes, 5 de marzo de 2018

Los triunfos de la derecha, como signo de los nuevos tiempos

La mañana de ayer nos deparó el apoyo de la militancia del SPD a un nuevo gobierno de coalición con la CDU/CSU, eso de la gross coalition. Un 66% lo respaldó, quizás sorpresivamente, frente a una minoría contraria que tenía como principal exponente a los conocidos como jusos, de las juventudes socialistas. Mientras tanto, a lo largo del día se fueron desarrollando en Italia las enésimas elecciones generales, que ya durante esta noche están deparando unos resultados que, siendo esperados, resultan más que preocupantes: la victoria minoritaria de la coalición de derecha, con una importante subida de la más extrema Liga Norte, y el aumento de los apoyos al M5S, con un PD en horas bajas y una izquierda prácticamente desaparecida. Si ya el año pasado asistimos al estreno de Trump como presidente del imperio, al doble triunfo de Macron en Francia, previo enfrentamiento en el ballotage de las presidenciales con Marie Le Pen, y a la mayoría  de los grupos de derecha en Alemania en cualquiera de sus expresiones (democristiana, liberal o nacionalista xenófoba), la cosa resulta altamente preocupante. Y más todavía con las previsiones que los sondeos dan este país nuestro, donde el descenso del PP se ve compensado con la subida fulgurante de Ciudadanos, que juntos podrían superar el 50% de los votos. Es el signo de los nuevos tiempos.  

(Imagen: fragmento de Vendedores de periódicos (el trabajo deshonra), de Georg Scholz)

domingo, 4 de marzo de 2018

Analizando el capitalismo y el colonialismo


He estado releyendo estos días dos libros: El libro negro del capitalismo (Tafalla/Lizarra, Txalaparta, 2002; edición original en francés de 1998), de Gilles Perrault et alii; y El libro negro del colonialismo. Siglos XVI al XXI: del exterminio al arrepentimiento (Madrid, La Esfera de los Libros, 2005; edición original en francés de 2003), dirigido por Marc Ferro. Hacerlo me ha hecho no tanto recordar aspectos olvidados como reforzar mis convicciones. Me explicaré. 

Siguiendo al propio Perrault, el capitalismo es un sistema económico cuyos "crímenes son casi perfectos. Ningún rastro escrito que demuestre premeditación" (p. 9); "está en todos  lados y en ninguna parte" (p. 10); y, sin embargo, con rotundidad, concluye que "es el mayor genocida de la historia (...), un asesino sin rostro ni código genético, que opera impunemente en los cinco continentes desde hace siglos" (p. 11). A lo largo de 26 capítulos, de otras tantas autorías de gente de los campos de la historia y el periodismo, se van desentrañando aspectos diferentes que nos permiten conocer mejor la figura poliédrica del sistema económico dominante. 


Sería largo referirme a cada uno de ellos, porque desfilan las guerras mundiales, las guerras locales, las intervenciones extranjeras, el negocio de la fabricación de armas, las situaciones en espacios concretos, la sucesión de potencias imperialistas, la hegemonía estadounidense, la mundialización/globalización...  


Se ofrecen datos de víctimas, que lo son no por millones, sino por cientos y hasta por miles de millones. Porque entre ellas no sólo hay muertes en las guerras y en las represiones (que suman no menos de 100 millones a lo largo del siglo XX), sino por el hambre, la desnutrición, las enfermedades epidémicas, la falta de asistencia médica..., esto es, por las secuelas de las políticas económicas liberales y/o neoliberales que conllevan ajustes estructurales que sólo favorecen a unas minorías y condenan a la mayoría. Éstas últimas, incontables. 


Me ha llamado la atención que, siendo un libro escrito a finales del siglo XX, ya se aluda a la creciente extensión del modelo neoliberal. Si las primeras víctimas masivas lo fueron en los países del Tercer Mundo e incluso en los países del este europeo que estuvieron bajo la órbita soviética, ya en esos años se estaban sentando los pilares de lo que hoy es una realidad uniforme y consolidada en la Europa continental. Pioneros como fueron EEUU y el Reino Unido durante los gobiernos de Reagan y Thatcher, lo que se expone en el libro de lo que estaba pasando a finales del siglo XX hoy nos puede resultar una broma. Porque en el mundo rico ya estamos instalados en el mundo de la desregulación económica, la precarización laboral, la privatización de los servicios sociales, la bajada de salarios... Y en el mundo pobre las cosas están aún peor, porque, donde hubo ciertos derechos sociales, se están perdiendo, y donde no los hubo, van a peor.


Philippe Paraire concluye así su artículo "Los muertos-vivientes de la mundialización": "el alineamiento forzoso sobre las reglas del capitalismo mundializado ha matado quizás mil millones de personas en cincuenta años y ha devastado infinitamente el planeta hasta el punto de plantear el problema ecológico en términos de supervivencia" (p. 435). Han pasado dos décadas desde que se escribieron esas líneas. Con lo que ha llovido desde entonces, que cada cual saque sus conclusiones.


En cuanto al libro dirigido por Ferro, en este caso centrado en el colonialismo, su contenido no difiere en lo esencial del anterior, si bien, como diferencia, quienes han participado en su elaboración, en número de 22, pertenecen en su totalidad a diversos campos de las ciencias sociales (historia, ciencia política, antropología...). Así mismo, las algo de más 1.000 páginas la convierten en una obra de mayor dimensión, correspondiendo 30 de ellas a lo que se indica que es una breve bibliografía traducida o escrita en la lengua castellana. 


Dividido en cinco partes, más una Introducción y un Epílogo, se refieren al exterminio, la trata de esclavos y esclavas y la esclavitud, las dominaciones y resistencias, las mujeres, y las representaciones y discursos del fenómeno colonial.


Ferro, autor de la "Introducción: el colonialismo, reverso de la colonización", advierte que "la colonización no se limita a estos excesos del colonialismo, pero no por ello hay que olvidar lo que les ha precedido -la violencia de la conquista, la 'pacificación'- relegándolo a su pasado remoto" (p. 18). Responde, así mismo, a la pregunta sobre la diferencia entre el imperialismo y la expansión colonial de los siglos anteriores mediante el rasgo: una "opinión pública [que] es movilizada por los agentes de la expansión" (p. 25). No se olvida de cómo, durante la segunda mitad del siglo XX, "el imperialismo se adapta a la descolonización y se perpetúa sin necesidad de controlar los territorios (p. 27). Y concluye que "en los comienzos del siglo XXI (...) constatamos que las enfermedades que causó la colonización, y que dieron lugar a nuevas figuras -neocolonialismo, globalización o mundialización acelerada, imperialismo multinacional-, se refiere a la vez a los territorios y las poblaciones antaño dominadas a las metrópolis" (p. 45).


Entre la gran cantidad de artículos, he prestado más atención, sin desmerecer los otros, a los referidos a la trata y la esclavitud, escritos por el propio Ferro, en un nivel más general, y Pap Ndiaye, sobre EEUU; y a las mujeres, cuyo único artículo ha sido escrito por Arlette Gautier. Resalta la historiadora francesa cómo la presencia colonial ya desde el primer momento afectó, desde la desestructuración de las sociedades indígenas, al papel que en muchas ellas estaban jugando las mujeres, donde mantenían un papel más relevante que el que acabaron perdiendo después (pp. 680-682). También pone de relieve el elevado componente masculino de las migraciones europeas hacia otros continentes, lo que no ha dejado de tener repercusiones negativas sobre las mujeres indígenas, víctimas de todo tipo de violencias que se ejerció sobre ellas (p. 691 y ss.). Dentro de la creación de unas "tradiciones inventadas" acerca de los pueblos colonizados, se destaca que conllevó la aparición de mitos sobre prácticas incivilizadas y de un derecho consuetudinario restrictivo para el conjunto de mujeres (p. 697 y ss.). Eso explica que pervivan unos estigmas que pueden verse "en los derechos a la tierra perdidos, en el turismo sexual que abusa de los menores" (p. 723).


Es cierto que los dos libros aparecieron después que se publicara El libro negro del comunismo. Crímenes, terror y represión (Madrid/Barcelona, Espasa Calpe/Planeta, 1998; edición original en francés de 1997), si bien  no voy a entrar ahora a valorarlo. Puede que en el caso de la obra de Perrault et alii sí se haya tenido como intención dar una respuesta al mismo. No hay, en todo caso, una negación de los crímenes del comunismo, de los que se dice que "las fichas antropométricas son fáciles de establecer" (p. 8). La cosa varía algo en el coordinado por Ferro, quien manifiesta que su libro debe formar una pareja con El libro negro del comunismo como "una necesidad evidente" (p. 11). Dejo, pues, a quienes quieran hojearlos y/o leerlos que saquen sus propias conclusiones.

sábado, 3 de marzo de 2018

De cómo los temporales nos sacan a veces las vergüenzas humanas
















Llevamos varios días sufriendo el conocido como temporal Emma. Y no paran de llegar imágenes de los daños ocasionados principalmente en las costas de Huelva y Cádiz. Haya sido o no un temporal desconocido por su dimensión, lo que ha puesto al descubierto han sido muchas vergüenzas. Porque buena parte de esos daños lo han sido como consecuencia de la una acción humana previamente depredadora. 


Que las aguas del océano hayan derribado chiringuitos y anegado calles e incluso viviendas, o hayan provocado desperfectos en paseos marítimos, no ha dejado de ser la consecuencia de prácticas imprudentes. En algunos casos ilegales, pero en otros, aunque hayan estado dentro de la legalidad, derivadas de unas medidas permisivas propiciadas por el gobierno central. 

Que nuestras costas llevan décadas siendo rehenes de un modelo de desarrollo urbanístico y turístico inadecuado, resulta evidente. Como también lo es que la actual ley de Costas, modificada por gobierno del PP, ha dado rienda suelta a nuevas invasiones del espacio marítimo. Ahí radica que, llegado un temporal de la dimensión como el de nuestros días, infraestructuras, viviendas e  instalaciones turísticas se hayan visto afectadas.         

Las monjas del Vaticano, explotadas

Por sorprendente que pueda parecer, el diario oficial del estado del Vaticano, L'Osservatore Romano, ha publicado  un artículo que escalda y mucho. Escrito por Marie-Lucile Kubacki y titulado "Il lavoro (quasi) gratuito delle suore" ["El trabajo (casi) gratuito de las monjas"], desentraña la situación en que se encuentran las monjas que viven y trabajan en el Vaticano. Al servicio del clero masculino que vive allí, en buena medida de alto rango, no dejan de ser unas chicas para todo. Su vida se reduce, desde que se levantan hasta que se acuestan, a servir a cardenales y demás funcionarios eclesiásticos, salpicando ese tiempo con momentos de oración y, si pueden, de estudio, lectura... Tareas propias del hogar como lavar, planchar, limpiar, cocinar... Tareas domésticas y rutinarias que recuerdan a las que realizan las empleadas domésticas de tantas casas por un salario miserable, si bien, en este caso, por lo que se cuenta en el reportaje, en condiciones de semiesclavitud. 

Se reproducen testimonios, en cierta medida, desgarradores, que reflejan la sensación de frustración de unas mujeres que ven cómo la institución a la que se han dedicado de por vida respira por todos sus poros una mezcla de patriarcado y misoginia. Un mundo masculino donde sólo los varones participan activamente en cualesquiera de los rituales, eventos y actos que se organizan, mientras ellas se dedican a servirlos. "Rara vez son invitadas a sentarse en las mesas que sirven", se dice. Y, por supuesto, un mundo en el que tienen prohibido el acceso al sacerdocio, con todo lo que conlleva de protagonismo en la institución, siendo relegadas a no tener ni voz ni voto.

Sospecho que las denuncias publicadas en el diario oficial del Vaticano no han sido producto del azar. Me explico: no dejan de ser fruto del nuevo ambiente que se vive en la Iglesia Católica tras el acceso al papado de Francisco. Más abierto y más dialogante, parece que busca un modelo de Iglesia que se acerque más a las preocupaciones de la gente, que rompa con la corrupción que la desangra, que permita el acceso de la mujer a espacios hasta ahora imposibles... Todo un reto.       

viernes, 2 de marzo de 2018

Greenpeace advierte de los elevados niveles de contaminación en Fukusima



















Han pasado siete años del accidente en la central nuclear de Fukusima (Japón), pero el peligro persiste. Los niveles de radiactividad siguen siendo elevados, pese a las informaciones que salen del ámbito del gobierno. Diversos grupos, como Greenpeace, están denunciando la situación y advirtiendo que la precipitación para volver a la normalidad en la zona contaminada por la radiactividad puede acarrear graves consecuencias. 

En un informe elaborado por dicho grupo ecologista, basado en mediciones técnicas propias, se extraen conclusiones alarmantes (ver http://www.efeverde.com). Se advierte de la "emergencia radiológica", dado unos niveles de contaminación que se encuentran muy por encima de los estándares internacionales. Ello está conllevando grandes riesgos para la escasa población que vive en la zona y para la situada en el entorno más próximo. Pero también lo sería para la que el gobierno prevé que regrese, a la que no cesa de lanzar campañas publicitarias engañosas.

Greenpeace, así mismo, denuncia que los datos aportados desde el gobierno, aun no siendo inexactos, sí encubren la realidad, porque se basan en mediciones extraídas en las zonas menos contaminadas. Han eludido hacerlas  basándose en los hábitos de la gente que vive allí, incluyendo para ello, por ejemplo, el merodeo por los bosques del lugar. La metodología aplicada por Greenpeace, pues, permite sacar conclusiones mucho más reales.

Pero incluso desde los datos aportados del gobierno, las condiciones para volver a empezar a vivir con normalidad en algunas zonas la harían imposible. Se necesitarían, según se concluye en el informe del grupo ecologista, al menos tres décadas para poder hacerlo con seguridad.