domingo, 28 de febrero de 2010

Entre la cultura y la ignorancia

¿Qué es una persona culta? ¿Quien dispone de un título universitario? ¿Quien lo tiene en las carreras "más prestigiosas"? He hablado de esto bastantes veces con las personas de mi entorno familiar, de amistades o incluso con mis alumnos y alumnas. Hace unos años alguien me refería de un familiar suyo, ingeniero de profesión, con el que era difícil comunicarse, no porque fuera introvertido, que lo era, sino porque las conversaciones se limitaban por su parte a emitir monosílabos o frases vacías. Recuerdo que le dije que ésa era una muestra de que tener inteligencia (y en ese caso, tenerla para obtener un título "prestigioso" y, no hay que dudarlo, muy exigente) no tiene por qué ser sinónimo de cultura. Basta con tener la capacidad intelectiva de hacer cálculos matemáticos complejos para poder obtener un título que le va a exigir hacer esos cálculos para que, por ejemplo, las estructuras no se desplomen o resistan en circunstancias difíciles. Después de ver tantas obras de ingeniería y arquitectura, me pregunto si acaso quienes las han diseñado han dado muestras de ser personas cultas. No entro en la negligencia, que existe, sino en tantas aberraciones urbanísticas y de ingeniería que se han hecho.

La palabra cultura, que tiene su correspondiente homónima latina, proviene de cultor, que, traducido como cultivador, se refiere inicialmente a quien se dedica a trabajar la tierra. En castellano mantenemos el sufijo cultura cuando nos referimos al trabajo agrícola (agricultura) y en francés, por ejemplo, mantienen el término culture para referirse también a los cultivos agrícolas. La cultura en sentido amplio no es, por tanto, una capacidad innata, sino un proceso que obliga a estar cuidando lo que se quiere conseguir. Quien trabaja la tierra debe hacerlo así, porque si no perdería su cosecha o no conseguiría lo deseado. En el campo intelectual ocurre lo mismo, de manera que lo que se va adquiriendo, debe cuidarse, cultivarse, para no perderlo o atrofiarlo. Puede ocurrir que con la inteligencia innata y el esfuerzo que se haya hecho, se pueda obtener un grado de destreza que permita desempeñar una función. Los títulos académicos o profesionales son una muestra. Ahora bien, el haberlos obtenido no tiene por qué conllevar disponer de cultura. También se puede dar el caso de quien, en mayor o menor medida, se haya cultivado durante un tiempo y luego se haya abandonado, posiblemente con la idea de que ya lo sabe todo y no debe saber más.

Este asunto, para mí interesante, lo he hablado en ocasiones con alumnos y alumnas en clase. Les he puesto ejemplos como el antes referido del ingeniero "inculto". También el de dos hermanas y un hermano que sólo han cursado los estudios primarios, pero de quienes puedo decir que son personas cultas, porque no han dejado de cultivarse. Su interés por saber más, viajando, leyendo, conversando y, en el caso de mi hermano, incluso dedicándose a indagar en el conocimiento de personas y hechos, son una muestra de que se puede tener una cultura aceptable independientemente del nivel de estudios académicos.

El otro día mantuve una conversación con una compañera que, además de interesante, me resultó curiosa. Hablando de determinados pensadores recientes, no conocía algunos que le mencioné y que yo conocía porque los había tratado en mis clases del máster. De ahí derivó una conversación sobre el estar al día en las materias a las que nos dedicamos profesionalmente. Le comenté que inconscientemente hay una tendencia a ser exigentes con nuestro alumnado acerca de lo que debe saber, refiriéndonos, en el caso de las materias sociales o humanas, a lo ya ocurrido, mientras que a la hora de tratar el presente existe una tendencia a olvidarse de ello y pasarse a la simple opinión, muchas veces falsa, distorsionada, descontextualizada  y tópica (un ejemplo: el otro día tuve que oír que en Japón no se hacen huelgas, sino que se trabajan más horas como medio de protesta). Una opinión, por lo demás, simple y condicionada por la adscripción a una fuente de información única: un periódico, una emisora de radio y un canal de televisión. Es decir, al grupo PRISA (El País, la SER o Cuatro), la Iglesia (la COPE), Vocento (ABC, Antena 3), etc. Desde ahí se tiende a repetir lo que son de hecho las consignas de cada grupo de comunicación y, por tanto, a decir las tonterías que dicen que hay que decir. 

Ayer busqué y encontré en la red electrónica el texto de La República de Platón. Tenía interés por leerlo y máxime cuando estos días se ha estado haciendo referencia en una de las clases, en concreto por parte del profesor de Filosofía del Derecho José Justo Megías. Y, curiosa coincidencia, he encontrado esto: "[existen] tres clases de hombres: los ignorantes, que no saben nada; los que creen saber, que en lugar de ciencia tienen opiniones, porque se dejan llevar por la apariencias; los filósofos, aquellos que se aplican a la contemplación de la esencia de las cosas".

No voy a decir que las conclusiones a las que llegan Platón las defienda, pero sí en su descripción de una de las realidades humanas. Su clasificación de las personas en tres tipos, no según el grado de cultura, sino en la consideración que se tiene de ella. Considero que la cultura es algo a lo que todo el mundo debe aspirar, a lo que no hay que poner ninguna cortapisa y que debe ser fomentada en todo momento. No cultura de minorías, pues, que sirva para crear la casta de gobernantes, como planteaba Platón, sino una cultura socializada, donde quepa todo el mundo, con o sin título. Es la mejor manera de hacer desaparecer a quienes son ignorantes y a quienes se creen que no lo son, pero emiten certificados de "buena cultura" por doquier. Si del primer grupo debemos apiadarnos, del segundo, "líbranos, Señor".  

 

sábado, 27 de febrero de 2010

23-F: hace 29 años (y 2)





































Hace cuatro días recordé mis vivencias de lo ocurrido el 23 de febrero de 29 años atrás. Considero que lo ocurrido ese día fue el momento de inflexión en la transición española. Fue la ocasión en que quienes tomaron el relevo en el gobierno para los años siguientes supieron leer los límites que no debían traspasar y el horizonte que se les abría. Un año y diez meses después, el 29 O, recibieron los apoyos que necesitaban para actuar, pero conscientes que debía ser dentro de dos coordenadas. O límites. Éstos estaban, en primer lugar, en no remover nada del pasado, como la corona o lo relacionado con el ejército, en esos momentos el poder fáctico más sensible; en no tocar lo relativo a la integración en la OTAN, una decisión tomada de inmediato tras el 23-F con Calvo Sotelo como presidente de gobierno; y en pactar el freno al proceso autonómico, mediante la LOAPA de 1982. El horizonte estaba en la CEE (hoy UE), que iba a suponer la integración del mercado español dentro del comunitario, que conllevó el desmantelamiento de buena parte del tejido industrial y el aprovechamiento de los fondos que desde la CEE irían llegando como "de vía cohesión" y como "estructurales". Eso era lo que llamaron, llamó el PSOE, la modernización de España, que fue acompañada de la extensión de servicios sociales como la educación o la sanidad, que hicieron de España un país al que Alfonso Guerra ya se refirió en 1982 como que "no lo conocerá ni la madre que lo parió". En esos horizontes también estuvo la aplicación de una política económica por un partido socialista con elementos del neoliberalismo que se había empezado a aplicar por Margaret Thatcher y Ronald Reagan desde 1979. Es decir, privatización de empresas públicas, modificación en el campo de las pensiones, abaratamiento del despido, introducción de los contratos basura... Eso también era modernización, tan bien continuada desde 1996 por el PP.  

Se ha escrito mucho sobre el acontecimiento. Personalmente me quedo con Amadeo Martínez Inglés, coronel del ejército por aquel entonces, que escribió años después, en 2001, un libro que tituló 23-F. El golpe que nunca existió. Analiza muy bien lo ocurrido antes, durante y poco después del célebre día. Concluye que sirvió para consolidar la corona, chapuzas de todo tipo aparte.

Pero no sólo. Desde el 23-F nada volvió a ser como antes. Esa fecha acalló a buena parte de las voces más críticas de la izquierda, siempre desde el argumento de "tener lo menos malo". El último grito de esa izquierda, eco de lo que quedaba de la lucha antifranquista, fue el referéndum de la OTAN de 1986, tras el cual se inició una fase nueva política en el país y en la recomposición de parte de esas voces críticas, que tendría en la IU de los años 90 una de las expresiones más peculiares. Unas secuelas del 23-F que posibilitaron que se amordazara y cooptara a buena parte del antifranquismo, y dejara que los sectores del franquismo y los gobiernos de transición pudieran quedarse en sus antiguos puestos o dedicarse libremente a sus nuevos negocios.        
   

martes, 23 de febrero de 2010

23-F: hace 29 años (1)










































El 23 F de 1981 es una fecha que está grabada en la memoria de mucha gente. Quizás de una generación. De la mía, seguro. Las razones, distintas. Fue ese día en que por la tarde un grupo de guardias civiles, al mando de un teniente coronel apellidado Tejero, entró en el Congreso que, metralletas en mano, se dedicó a hacer de las suyas (¿habrán sabido hacer otras cosas?;que me perdonen el bueno del general Escobar y otros más, que son una excepción?). Yo estaba en 5º de carrera, en la clase de la asignatura optativa de Mª Dolores Gómez Molleda, la catedrática de Historia Contemporánea, y el pequeño grupo de compañeros y compañeras (ahí estaba Lola, ahora la number two de la agencia EFE. ¡Qué vueltas da la vida!). Al despacho de la Molleda, como la llamábamos, donde dábamos esa clase, llegó un becario, todo nervioso con estas palabras: "perdone, doña Dolores, pero un grupo de guardias civiles acaba de entrar en el Congreso". La reacción de doña Dolores fue: "igual que Pavía" (recuérdese, el del caballo, en enero de 1874, poniendo fin a la I República). Luego nos dijo que habíamos acabado la clase, sin que faltara una alusión parecida a ésta: "sólo falta que nos pase algo tratando el tema del anarquismo y el socialismo", que era el contenido de la asignatura. 

De allí me fui a la facultad de Derecho, en busca de mi amigo y camarada Maxi. Después... ir de un lado para otro, recoger información, intentar poner orden en la cabeza y las cosas. Guardamos lo que pudimos (en esa casa quedó parte de lo que tenía. Todavía espero a que Pedro nos la abra). Ya tarde llegué a casa, con mi padre pegado a la radio y al televisor. Con miedo. ¿Pensó en un nuevo 36? Su cara le delataba y tampoco estaban las cosas como para hablar mucho. Sé que me dormí tarde, visto y oído el mensaje real y con el transistor en la oreja. Aunque en ese momento ya era el día siguiente cronológicamente, todavía no lo era mentalmente. Había que descansar, aunque poco, para calibrar lo ocurrido. Y eso fue mañana.   

domingo, 21 de febrero de 2010

Más fosas de la violencia

El domingo pasado acabé un informe que nos habían mandado hacer sobre el tema del conflicto dentro del máster que estoy cursando. Lo titulé "La violencia en Colombia" y está basado en la indagación en tres periódicos a lo largo de los últimos 15 días. Dos ellos eran obligatorios, que era el caso de El País y Diario de Cádiz; el tercero era de libre elección, por lo que escogí el periódico electrónico Rebelión. Los motivos de la elección de Colombia como objeto de investigación fueron varios, pero en parte se debieron a la posibilidad de encontrar más información y al hecho de que es un país donde la violencia es crónica, se manifiesta de diferentes formas y está presente de una forma muy visible. 

Hoy he leído en Rebelión un breve artículo titulado "Los Medios ocultan la mayor fosa común de América, mientras el Estado colombiano busca alterarla", escrito por Azalea Robles (http://www.rebelion.org/noticia.php). Es una noticia que ese periódico electrónico ya trató en varias ocasiones desde que se conoció, aunque ni El País ni el Diario de Cádiz la publicaron. Sólo se refirieron a un informe de la organización Human Rigths Watch, presentado también a finales de enero, en el que se hace un balance de la violación de los derechos humanos en Colombia y donde el estado tiene la principal responsabilidad. El descubrimiento de la fosa común a finales de 2009, la mayor conocida hasta ahora, que llevó incluso a que una delegación parlamentaria del Reino Unido viajara a Colombia, entre otras más, no encontró hueco, según el artículo de Azalea Robles, en el resto los medios de comunicación colombianos y del mundo.

¿Qué se ha encontrado en La Macarena, localidad situada en el departamento del Meta? Restos de al menos 2000 personas sepultadas por el ejército desde 2005, sin que sepa su identidad. No es la única, pues ya se conocen más de mil y se cree que su número puede ir en aumento. Son muestras de la política violenta directa e indirecta que el estado colombiano está llevando a cabo desde hace décadas contra la población colombiana, donde entran tanto el campesinado como los grupos guerrilleros, aunque dentro del primer grupo con una mayor afectación sobre indígenas, mujeres y militantes de los derechos humanos y por la paz.  

Azalea Robles define en su artículo cuáles son las claves del conflicto: "En Colombia, la Estrategia Paramilitar del Estado Colombiano, combinada con el accionar de policías y militares ha sido el instrumento de expansión de Latifundios. El Estado colombiano ha desaparecido a más de 50.000 personas a través de sus aparatos asumidos (policías, militares), y de su aparato encubierto: su Estrategia Paramilitar. El Estado colombiano es el instrumento de la oligarquía y las multinacionales para su guerra clasista contra la población: es el garante del saqueo, la Estrategia Paramilitar se inscribe en esa lógica económica". Más claro no se puede ser.

Al final de mi informe resalté un aspecto que me llamó la atención sobre la situación que se vive en Colombia y no es otro que la fortaleza y el dinamismo que llevan mostrando desde hace años los grupos que luchan por la paz y los derechos humanos. Y todo ello "pese a la violencia que sufren por parte de los grupos criminales y paramilitares, la represión que con frecuencia despliega el gobierno o la casi ausencia de protección que reciben desde las distintas instancias del estado". Esa fortaleza y dinamismo quizás explique la virulencia que se ejerce contra ellos. También puede ser, y triste es decirlo, el germen de algo nuevo que ponga fin a tan ignominia, crueldad y violación de los derechos humanos en nombre de quienes mandan en el mundo y en Colombia.

  

miércoles, 17 de febrero de 2010

Confusiones no inocentes sobre la energía nuclear

El ministro Sebastián acaba de soltar una perla informativa. No sé si pensada o improvisada, pero ha dicho que temer a la energía nuclear "es como tener miedo a los eclipses de luna o de sol". Cuando era niño en mi casa se decía mucho lo de "confundir el culo con las témporas" y más todavía otro dicho parecido, el de "confundir la velocidad con el tocino". Era algo así como decir que no se pueden mezclar cosas que no tienen nada que ver entre sí. Creo que el ministro Sebastián ha hecho lo mismo. Y además al hombre no se le ha ocurrido otra cosa que añadir, para fortalecer su símil, que la energías renovables nos cuestan mucho porque las pagamos en las facturas de la luz. Vamos, ministro, lo del célebre canon energético. ¿Y cómo pagamos en los años 70 y 80 las centrales nucleares que se construyeron? ¿Y cómo se financiarían las que habla que hay que construir? Lo único que sé es que prosigue el bombardeo sobre la energía nuclear (lo siento, Tuja). El lobby nuclear. Hace dos años tuvieron que hacer un receso en la campaña, porque los incidentes en las centrales (¿qué pasó en Ascó?) no concordaban con lo que nos estaban vendiendo.  

martes, 16 de febrero de 2010

Cursando sobre la paz

Desde hace tres semanas estoy cursando en la Universidad de Cádiz, el máster "Cultura de Paz" (es más largo su nombre, pero me ahorro escribirlo todo), lo que me obliga a ir todos los días al campus de Puerto Real. Los fines de semana y cuando puedo, además, tengo que dedicarlos a preparar trabajos, que no faltan. Este último domingo me acosté cerca de las tres de la madrugada para poder acabar un informe.  Así, hasta finales de mayo y después, en el próximo curso académico, a completarlo mediante la presentación del trabajo fin de máster. Estoy encantado y disfrutando de lo lindo. También estoy aprendiendo mucho. El tema me resulta muy interesante, lo que fue la razón que me llevó a matricularme. Y el que esté disfrutando no deja de ser un añadido, en este caso altamente positivo.

Al principio hubo bastantes más matriculaciones, pero decisiones burocráticas retrasaron su inicio y estuvieron a punto de cerrarlo. Finalmente se solucionó. Y ahí estoy, recordando los tiempos de estudiante, pero con la ventaja de la experiencia. ¡Cómo se nota!

Las siete personas que componemos el alumnado hoy hemos empezado a construir un blog (http://tresorillaspaz.blogspot.com/las). Esta tarde nos hemos puesto manos a la obra Tatiana, Musef, Jad, Mauro, Luján y yo mismo. A partir de mañana tendrá que sumarse Paula. Ha sido una idea del coordinador del máster, Eulogio García Vallinas, que además coordina dos de los cursos sobre educación. Su intención es que sea una herramienta de trabajo. Para mí, fenomenal. 

Una mirada entre el pasado y el presente (y 3)

Ha aparecido la tercera y última parte del artículo que dediqué al cuarenta aniversario del instituto Trafalgar y que ha estado apareciendo en el blog que dirige la compañera Olgan Rendón (http://www.cuadernodeltrafalgar.blogspot.com/). De nuevo la reproduzco, como hice con las anteriores.   


El instituto Trafalgar, a través de sus 40 años de vida" (3ª parte)


Deshaciendo tópicos

Uno de los peligros que corremos en la especie humana, la única que ha generado desde el pensamiento la cultura, proviene del mundo de lo irracional, que se manifiesta en creencias, mitos, tópicos... Y uno de los tópicos lleva con frecuencia a suponer que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. A lo largo de los tiempos se ha repetido sin cesar, si no la frase como tal, sí su sentido. Ya lo hizo Platón en la Antigüedad; Jorge Manrique, el dueño de la frase, hace seis siglos; Quevedo, dos siglos después; no ha dejado de recordarlo buena parte de quienes nos dedicamos a la docencia, en tiempos pretéritos o en nuestros días; para las personas mayores, de ayer y de hoy, casi resulta una obsesión… ¿Para qué seguir? Parece una ley de vida. Pero ya sabemos que las leyes, orales o escritas, ni son eternas ni tienen por qué ser justas.

Y para ilustrar lo que pretendo, recurro de nuevo a los ejemplos. La primera promoción de COU (equivalente al actual 2º de Bachillerato), la del curso 72-73, tuvo una matriculación de 31 estudiantes, que representaban el 11,6% de su cohorte de edad, que eran 266 jóvenes. Si tenemos en cuenta que habían nacido en distintos años, el porcentaje real era menor. No obstante, el que fuera la primera promoción, sin que hubiera existido en Barbate un centro de enseñanza media, puede servir de explicación. La primera promoción completa del instituto, que acabó en el curso 1975-76, ya subió al 17,1%. En los años siguientes, sin embargo, descendió y sólo a mediados de la década (curso 84-85) se puso en el 24% entre el alumnado de la mañana, llegando al 30,3% si le añadimos el del nocturno. Fue un nivel que mantuvo sólo unos años, pues en el 89-90 bajó considerablemente, al 13,3% y 22%, respectivamente. Y no fue una bajada sólo porcentual, sino también en términos absolutos. La década de los noventa, hasta el año 1998, conoció una tendencia general al alza, pero con matices importantes. Mientras que en el turno de la mañana estuvo en torno al 20%, salvo los cursos 94-95 (25,5%) y 96-97 (24,5%), ese aumento general se debió a la aportación que hizo el turno de la noche, de manera que el porcentaje de alumnado matriculado en COU sobre la cohorte de edad correspondiente superó el 40%, con un máximo del 42,7% en el 97-98.

Ya he escrito antes que esos datos no contemplan el alumnado que, estando matriculado, ha repetido en alguna ocasión, por lo que los datos reales, en relación a la cohorte de edad correspondiente, son inferiores. Si la existencia de alumnado repetidor era una realidad en el diurno, en el caso del nocturno hay que añadir la posibilidad que tenía el alumnado de realizar los estudios por bloques, una opción a la que se acogió una parte.

¿Y actualmente? Si tomamos como referencia que las cohortes de edad en los últimos años de quienes tienen 17 años están en torno a 300 jóvenes y que la matriculación en el diurno ronda el centenar, nos encontramos con una proporción aproximada de un tercio de jóvenes en el último curso de la etapa secundaria, superior entre un 10% y un 20% a la de las décadas de los 80 y 90. Vistas las cosas en términos cuantitativos, ¿se ha ganado o se ha perdido? La respuesta fácil, a no ser que se quiera negar la evidencia. ¿Y en términos cualitativos? No es el momento de tratarlo por mi parte, pero siempre habrá quienes recurran al tópico de “cualquier tiempo pasado…”.

¿Y las mujeres?

No se ha cuantificado todavía la proporción de estudiantes según el género a lo largo de estos años, salvo los dos últimos, es decir, el 07-08 y el 08-09. Estoy seguro que al final acabaremos sabiéndolo, aunque sea de una forma aproximada. De los datos de esos dos últimos cursos se debe destacar, en primer lugar, que globalmente hay una ligera diferencia a favor de las mujeres, si bien la cosa resulta diferente cuando los desmenuzamos por etapas educativas y modalidades de estudios. Veámoslo.

En ESO, donde la escolarización es obligatoria, hay más chicos que chicas en los dos cursos académicos, siendo un poco mayor la diferencia en el 08-09, que llega a unos 10 puntos aproximadamente (55% / 45%). Esto de partida condiciona los datos globales. Cuando nos vamos al Bachillerato de la mañana, ya son más las chicas, que superan en unos diez puntos a los chicos (55% / 45%). Y esa diferencia se hace mayor todavía en 2º, donde ya han tenido que superar un curso y, por lo tanto, se puede medir mejor el rendimiento académico, con una horquilla que oscila entre los 20 puntos del 07-08 y el 30% del 08-09. Resulta evidente que el fracaso escolar afecta más a los chicos, algo que se puede extender a la ESO, sin entrar ahora en la razones.

En los ciclos formativos hay un cierto equilibrio, pero los datos varían sustancialmente según la modalidad. Mientras que los dos ciclos de informática, sobre todo el de nivel superior, son abrumadoramente masculinos, con un porcentaje superior al 75%, el de la atención socio-sanitaria es todo lo contrario. Este último caso es un ejemplo más, bastante extendido por otra parte, de la feminización de las actividades relacionadas con la sanidad en todos los niveles (medicina, enfermería, farmacia, atención domiciliaria…). Se puede decir lo mismo del caso de la informática, pero en sentido contrario, dado que, como la mayoría de los estudios técnicos en todos sus niveles, existe un claro predominio de los varones.

La educación de personas adultas presenta similitudes en los dos cursos académicos: hay más varones en la educación secundaria y más mujeres en el Bachillerato.

¿Dicen mucho estos resultados? La tendencia es similar a la que existe en España y en cada unas de las comunidades autónomas. Es decir, que las chicas de Barbate no estudian menos en relación a los chicos que las de otros lugares. Otra cosa es si llegan al nivel de estudios sobre el conjunto de su cohorte de edad. Y aquí manda el peso de la tradición y del entorno socio-cultural de Barbate, donde estamos muy por debajo de la media del estado (74% en 2007) y de Andalucía (73%). A esto hay que añadir que los resultados académicos son mejores en las chicas, algo que no he concretado de una forma pormenorizada, pero que está cuantificado. No obstante, la referencia que hice antes al alumnado de Bachillerato apunta en esa dirección.

Para acabar

Después de este repaso, mayor de lo que tenía previsto, pero no por ello arrepentido de que haya sido así, doy por concluido este escrito. Por el instituto Trafalgar han pasado miles de estudiantes, adolescentes y jóvenes en su mayoría, sin olvidar a esos niños y esas niñas que empezaron en 1969 y a quienes, jóvenes o mayores, han estudiado con más de 18 años. Conforman en conjunto varias generaciones de estudiantes y 41 promociones, contando la actual. Lo que sí esta claro es que con el tiempo las mujeres han ido ganando peso en número y calidad, y hoy son mayoría en los estudios de Bachillerato. Y en general, en ese discurrir de los años, el instituto también ha ido ganando. Otra cosa es que no se perciba así, pero eso pertenece al mundo de los sentimientos. Y no es malo tenerlos siempre que sean buenos. Lo contrario lleva a la desazón, entre otras cosas.

lunes, 1 de febrero de 2010

¡Vaya tropa, Dios!

He leído anteayer en el diario Público un reportaje dedicado a una encuesta sobre distintos aspectos de la inmigración en España. Lo que más me ha llamado la atención es el bajo grado de solidaridad que tienen las personas que se declaran católicas. A la pregunta sobre "la inmigración como lastre para la economía", el 41% frente al 38% de quienes se consideran practicantes responde que sí; un 36% frente al 49%, quienes se consideran católicas no practicantes; y un 19% frente al 71%, no creyentes y personas ateas. A la pregunta "en España no cabemos todos...", siguiendo el orden anterior, los resultados son: 47% y 35%;  49% y 45%; y 25% y 69%.

En las últimas semanas los señores obispos no han parado de pontificar sobre la degradación moral de la sociedad española. Se ha aludido a temas como el aborto, los crucifijos en las aulas, el divorcio y hasta el tal Munilla no se le ocurrió decir otra cosa que lo de Haití no era tan grave como la degradación moral. Uno, que todavía se acuerda de lo que nos contaban en la niñez sobre hacer el bien, la virtud de la caridad, lo del camello por el ojo de la aguja, la gente rica y el cielo, y tantas cosas de ésas, se pregunta si no es degradación moral que el mundo católico muestre tanta insensibilidad hacia las personas inmigrantes. Eso, según me enseñaron, es egoísmo.

Una de dos, o las personas que se dicen católicas, como sigan así, lo van a pasar mal ante san Pedro o a ver si no creyentes y personas ateas nos vamos a encontrar con la sorpresa de que nos inviten a entrar donde no creemos. 

¡Ay, Señor, Señor!

  

Qué ridículo, casi tocaya

La consejera de Salud de la Junta de Andalucía, casi tocaya mía, pues se llama Mª Jesús Montero, anunció el otro día la puesta en marcha de una medida con el fin de que la gente tome conciencia del valor de la sanidad pública. Consiste en recordarnos mediante un documento al fin de una hospitalización y/o intervención su coste en euros. Ha recalcado que no es una factura ni tiene como finalidad cobrarnos por el servicio, sino sólo ayudar a que tomemos conciencia de lo que cuesta la salud.

Cuando escuché por la radio la noticia, no pude por menos que sentirme perplejo. A partir de ahora, cuando nos ingresen en un hospital debemos ir pensando en lo que "le costamos" a la Junta, de manera que al padecimiento con que ingresamos, debemos unirle el que se derive de pensar cuánto ha valido en euros nuestra estancia. ¿No es también una forma de privatización moral de la sanidad? 

Más ridículo, imposible.